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Carretera Austral en Bicicleta

Patagonia sin Represas

Hola!

Esta historia es de un viaje que hice el 2012 con Julian Gonzalez Aragón. Fué el primer verano en Chile después de 4 inviernos trabajando en EE.UU.
Todo partió porque durante el año me había lesionado reiteradamente el tobillo, por lo que no pude cumplir mi ultra mega anhelado sueño de darme una temporada de sólo esquiar en Estados Unidos, y como el medico me dijo que podía andar en bici, le hice caso, y se me ocurrió hacer la Carretera Austral General Augusto Pinochet Ugarte, desde Puerto Montt hasta Villa O’higgins en bicicleta.

Empecé a contar la idea para buscar acompañantes, y aunque varios se motivaron, Julian fué el único que cumplió (a medias eso si jajaja).

Adelantando todo el proceso de comprar las alforjas, carpa, saco y todo lo necesario para el viaje, nos encontramos a 2 de febrero de 2012, cargando las bicicletas en el camión de Seiso que nos va a llevar hasta Puerto Varas, para seguir nuestro camino hasta Puerto Montt en bici y comenzar la más linda de las carreteras.

El camion de Seiso que nos llevó de Rancagua a Puerto Varas

Debido a la carga del camión en el que ibamos, sólo podiamos manejar de día, así que paramos cerca de Victoria a dormir en una Copec para salir al otro día temprano. Esta fué la primera noche del viaje, y aprovechando que no hacía mucho frío, dormimos al aire libre, sin usar las carpas, sólo los sacos y colchonetas.

Chequeando que todo anduviera bien con nuestras bicis.

Al otro día partimos sin problemas, y llegamos a Puerto Varas. En muy poco rato de andar en bici por los 17 kms de ruta llegamos a Puerto Montt, y después de ir a buscar unos artículos olvidados a Chilexpress, comenzamos la Travesía.

A continuación daré todos los detalles de lo que anduvimos, día por día. Los kilometros, velocidad promedio, plata gastada y otros datos estaban anotados en el celular que usaba en ese tiempo, pero debido a que lo perdí, los datos los estoy sacando de los mapas ruteros de Copec.

Puerto Montt

Día 1: Puerto Montt a Caleta La Arena (46 kms)

Aquí parte lo bueno =D. (La foto es malísima pero es la única donde salíamos los 2)

Nuestro primer día de viaje fué muy relajado, ya que había buen tiempo para pedalear, y la mayor parte del camino estaba pavimentado, por lo que pudimos disfrutar de la vista sin ningún problema.
Durante el viaje, pasamos a un pueblito llamado Lenca, que tenía una iglesia muy bonita y fotogénica.

Iglesia en Lenca

Continuamos nuestro viaje y en unos 46 kilometros que se hicieron muy cortos, llegamos a Caleta La Arena y decidimos dormir ahí para tomar la barcaza al otro día. La mayor parte del camino estaba pavimentada, a excepción de los últimos 10 kilómetros aproximadamente.

Campamento en La Arena. Nos cobraron $3.000 por persona.

En Caleta la Arena recomiendo pasar a los puestos de empanadas que están al lado del muelle, y probar las empanadas de manzana. También pueden escribir sus nombres en las murallas de uno de los negocios, y si tienen suerte verán los nuestros también.

Ahora se sumó Constanza Guiñez.

Día 2: Caleta La Arena a Hornopirén. (54 kilómetros por la ruta del interior)

En el ferry a Hornopirén.

Nos despertamos lo más temprano que pudimos (9am probablemente), arreglamos nuestras cosas y nos subimos a la barcaza que luego de unos 45 minutos de viaje nos llevaría a Caleta Puelche.

El viaje en barcaza es obligatorio para los que quieran seguir hacia el sur, ya que no hay opción por tierra, y es un viaje muy lindo, con buenas vistas al Volcán Yates y a otros de por ahí, si no me equivoco.

Caleta Puelche desde la Barcaza.

Después de salir de la barcaza, a unos 10 kilometros de Caleta Puelche, está Contao, lugar al que no quisimos entrar, pero que tenía este pintoresco cementerio:

Cementerio Contao

En Contao existen dos opciones, la ruta por el interior, de 44 kilometros, o la de la costa, que tiene casi el doble de distancia, pero menos subidas/bajadas (por lo que nos contaron). Nosotros elegimos la del interior, que desde unos kilometros más allá de Contao se pone pesada, con una gran subida de bienvenida, que darían paso a muchas más.

Durante este trayecto decidimos parar a comer un poco, y tomar una siesta, que fué definitivamente una de las mejores de mi vida, durmiendo al aire libre y con el sol en la espalda, justo en un camino rodeado de bosques infinitos.

Al lado del Camino

A mitad del camino pasó lo que tanto temíamos, y para lo que tanto nos habíamos preparado; se puso a llover!, por lo que rápidamente nos preparamos con nuestros atuendos de lluvia.

Lluvia c$%#@, te paseamos!

*Es importante mencionar que todo lo que estamos usando en las fotos (Pantalones/Chaqueta impermeables y cubre zapatillas impermeables) VALE CALLAMPA. Después de un rato se pasa, y si no se pasa, uno se moja igual con la condensación. La plata se perdió especialmente en los cubre zapatillas, que costaron alrededor de $30.000.

Apenas se puso a llover, una camioneta ofreció llevarnos, y aunque Julián quería decir que si, e intentó convencerme, la opción de hacer el viaje como se debe prevaleció, así que les dijimos que no, y seguimos nuestro viaje.

Recordando ahora después de casi 2 años, este día y específicamente el tramo entre Pichicolo y Hornopirén, fué uno de los más duros.

Después de un rato andando pasamos a las Termas de Pichicolo, y aprovechamos de comprar kuchen, cheesecake, chocolates, y lo que fuera que pudiera servir como excusa para no seguir andando en bici. Minutos después de ese relajo máximo, seguimos andando hasta Hornopirén, en un camino que parecía interminable, ya que llovía muy fuerte y la luz se estaba acabando.

Al llegar y descubrir que las opciones para dormir no eran muchas, decidimos quedarnos en la Hosteria Catalina, donde nos cobraban alrededor de $12.000 con desayuno, y era un lugar muy acogedor, y bueno en todo sentido, a excepción del trato del dueño del lugar, que aparentemente no trataba de la misma manera a los que no tenían pinta de andar con plata. De hecho, la hora de irse del lugar era las 12:00 y ya a las 10:00 casi nos estaba echando.

Hosteria Catalina, Hornopirén.

Día 3: Hornopirén a Caleta Gonzalo (Viaje en Barcaza)

El día comenzó de manera MUY relajada en la Hostería Catalina, pero el relajo se acabó rápidamente, con las presiones del dueño para que nos fuéramos luego.

Arreglamos todo y nos fuimos a tomar la barcaza, que resultó ser un caos. ¿Por qué? Por que para los autos es necesario hacer reservas, y la gente de la naviera parece que no las respetaba, entonces otra gente sin reserva se subí a la barcaza dejando a otros abajo.
Por suerte, nosotros nos subimos al primer intento, aunque supimos de otros viajeros que llevaban varios días esperando por un cupo para subirse. El viaje dura unas 4 horas y media, y para los ciclistas y peatones tiene un costo de $5.000.

Barcaza camino a Leptepú.

Para llegar a Caleta Gonzalo hay que tomar la barcaza en Hornopirén, que llega  a un lugar llamado Leptepú, parte del parque Pumalín, de Douglas Tompkins (odiado y amado por muchos en esas zonas). Ahí hay que bajarse de la barcaza, para recorrer 10 kilometros por tierra para llegar a Fiordo Largo, y tomar otra barcaza de 30 minutos para llegar a Caleta Gonzalo, también parte del Parque Pumalín. En esta parte se recomienda conseguir ida hasta Fiordo Largo, porque la idea de los funcionarios es hacer el transbordo lo más rápido posible, por lo que si pedalean y se demoran más de lo planeado, es probable que tengan que quedarse hasta el otro día.

Atentos en el viaje en barcaza,  ya que es común ver Toninas, mamífero muy parecido al delfín que se dedica a hacer acrobacias a los lados del barco.

Al llegar a Caleta Gonzalo, hay unas cabañas y un restaurant, mientras que siguiendo el camino alrededor de 500 metros, se encuentra la entrada al Camping Caleta Gonzalo, probablemente uno de los mejor cuidados de todo el trayecto.

Cabañas en la entrada de Caleta Gonzalo.

Para entrar al Camping Caleta Gonzalo hay que seguir un sendero en medio de un bosque muy frondoso y húmedo, que en la noche tiene iluminación, y que también cuenta con un puente colgante que hace que la pasada en bici sea un poco más adrenalínica.

Puente Colgante en Caleta Gonzalo.

El camping está formado por varios lugares abiertos, conectados por senderos y que no tiene electricidad, pero si tiene un quincho grande para cocinar y compartir, así como también cuenta con baños y zona para lavar platos. Atrás del camping hay un almacén donde pueden comprar todo lo necesario para una rica comida de recompensa.

Aquí conocimos a varios viajeros, entre ellos, a otros 6 ciclistas que nos acompañarían en otros tramos del viaje.

Nuestras carpas son las 2 amarillas que están juntas.

Día 4: Caleta Gonzalo a Chaitén (44 kilómetros).

El día que decidimos salir de aquí estaba lloviendo, por lo que Julian, que odia la lluvia, queria esperar a que aclarara el día para no pedalear con lluvia. Después de pensar un rato y descubrir que “estamos en el sur, y en el sur llueve”, decidí salir solo a Chaitén.

Saliendo de Caleta Gonzalo, camino a Chaitén.

El camino es como se ve en la foto, puro ripio y con muchas subidas/bajadas leves y curvas. A unos kilometros de Caleta Gonzalo uno pasa por otros campings del Parque Pumalín, y bordea los Lagos Blanco y Negro.

Lago Blanco, o Negro, no me acuerdo jajaja.

En esta parte del camino ya había dejado de llover, y como me había dado hambre, decidí comer unas pastas 3 minutos, pero “Ohh, wait!” no tenía agua, solo jugos zuko Go, por lo que tuve que contentarme con comer pastas naranjas y con sabor a jugo =D.

Pastas 3 minutos + Zuko Go = El sabor más raro del mundo.

En este momento ya los ciclistas de los que había hablado anteriormente me habían pillado, igual que Julian, que decidió salir cuando aclaró (por 5 minutos). Aquí seguimos pedaleando hasta llegar a Santa Barbara, donde el camino se ponía mucho más dificil y empinado, para después de mucho esfuerzo y MUCHA calamina, logramos llegar a Chaitén.

Chaitén

Por si no recuerdan, Chaitén fue la ciudad que quedó casi completamente destruida por la erupción del volcán homonimo, por lo que gran parte de las casas estaban deshabitadas, y muchas aún con cenizas en todas partes.

En Chaitén encontramos un lugar donde dormir en la casa de un señor buena onda que nos arrendó piezas, y nos fuimos a instalar, mientras que otros del grupo tuvieron que buscar en otros lados porque en nuestro lugar no quedaba espacio.

Una de muchas casas abandonadas y con cenizas.

Ya instalados, nos fuimos a tomar unas cervezas y a comer un poco a un bar/restaurant que estaba a la entrada del pueblo. La comida y la atención fueron excelentes.

Día 5: Chaitén a Termas el Amarillo. (29 kilometros)

Esta parte del camino fué una de las más fáciles, por lo menos hasta llegar al cruce con las Termas El Amarillo, debido a que todo el camino estaba pavimentado y no tenía mucha pendiente.

El camino a las Termas desde el cruce. Aquí empieza la subida.

Un rato pedaleando por los 5 kms. del camino de tierra, y ya estábamos en las Termas El Amarillo. A modo de opinión personal puedo decir que quedarse ahí fue una perdida de plata, ya que el camping no tenía NI UN BRILLO, y las termas eran sólo una piscina olímpica llena de agua caliente, cero ambiente sureño o campestre. Además, el camping con acceso a las termas tenía un costo de $9.000 por persona, así que si van, háganlo solo por el día, no vale la pena quedarse ahí.

Camping Termas El Amarillo.

Aquí también conocimos a otros ciclistas buena onda, compartimos unos mates y cervezas y nos reímos un buen rato, ya que en general la gente que va a la carretera austral es muy amigable y están abiertos a conocer y conversar con todo el mundo.

Día 5: Termas el Amarillo a Villa Santa Lucía (57 kilometros), incluyendo la maldita cuesta Moraga.

Saliendo de las Termas para seguir a Villa Santa Lucía.

Nuevamente nos tocó lluvia en esta parte del camino, por lo que un poco más allá de Puerto Cardenas, Julian decidió no seguir y en vez de eso, ir a quedarse a un lodge de pesca que había por ahí (resultó que el camping costaba $45.000 jajajaj), por lo que tuve que continuar solo, para después ser alcanzado por Julian nuevamente y los otros ciclistas que habiamos conocido en Caleta Gonzalo.

En el camino se puede hacer una caminata para ir al Glaciar Yelcho, que está a un par de horas del camino, y por mucho rato se bordea el lago del mismo nombre. Nosotros no fuimos al glaciar porque….estabamos raja.

Esta fué para mi la parte más dificil del camino, ya que teníamos que pasar la Cuesta Moraga, que llega a 650 msnm y que debe ser de unos 10 kilometros de largo. El camino se hizo eterno, y la lluvia tampoco ayudaba.

Después de muuuucho rato pedaleando en la cuesta que parecía no terminar nunca, comenzó la bajada, también muy larga, y donde al final podíamos ver Villa Santa Lucía, pueblo que lleva su nombre gracias a Doña Lucía Hiriart, y que fué un campamento del CMT (Cuerpo Militar de Trabajo), los artífices de este magnifico camino llamado Carretera Austral.

En Villa Santa Lucía nos quedamos todos donde una señora, que no recuerdo su nombre, pero que nos trató muy bien y hasta nos regaló comida. Solo recuerdo que tenía una hija que se llamaba “Yovita” y que era muy simpática.

Yovita y otros niños jugando en Villa Santa Lucía.
Disfrutando la comida gourmet de la Villa con los amigos viajeros.

Nuestro hogar por una noche.

Después de haber comido mucho, con calzones rotos de la zona incluidos, nos fuimos a dormir para seguir a La Junta al otro día.

Día 6: Villa Santa Lucía a La Junta (68 kilometros)

Todos preparando sus bicis para los próximos 68 km. de ruta.

Despertamos temprano en Villa Santa Lucia, por lo que aprovechamos de hacerle una mantención rápida a nuestras bicis, para no tener problemas en nuestro camino a La Junta.

Rio Palena

En este caso el camino que recorrimos era 100% de ripio, y como todos en la Carretera Austral, tenía mucha calamina. No era especialmente dificil, tenía muchas subidas y bajadas leves, lo que hacía más entretenido en recorrido. También se podían apreciar de buena manera los ríos de la zona, de un color turquesa IM-PRE-SIO-NAN-TE.

Camino
Entrada a Puyuhuapi, con vista al Seno Ventisquero.

En este tramo Julián descubre que casi no le quedan pastillas de freno, por lo que decide quedarse en La Junta para tomar un bus a Coyhaique más adelante, y una vez más… dejarme solo. Aquí también pasó que una de mis ruedas empieza a perder aire, por lo que tuve que parar varias veces a arreglar el problemita.

En esta parte también entramosa la región de Aysén.

Bienvenidos a la Región de Aysén =D.

Entrando a La Junta nos recibe el imponente Puente Rosselot:

Puente Rosselot.

La Junta es el pueblo más grande entre Puerto Montt, así que aprovechen de sacar plata de las Cajas Vecinas.

Plaza de La Junta. La más bonita de nuestro viaje.

Día 7: La Junta al Camping del Ventisquero Colgante (77 km. aproximadamente)

Julian en el famoso cartel.

En la Junta, y debido a que Julian se quedó ahi por los problemas con su bici, y a esperar a que pasara el bus para Coyhaique, tuve que seguir con los amigos ciclistas, en un camino muy parecido al tramo anterior, pero que unos 40 kilometros más allá de La Junta, bordeaba el Lago Risopatrón, y entraba a la Reserva Nacional Queulat.

Queulat

Después, a la altura de Puyuhuapi bordeaba el Seno Ventisquero, que parecía un lago muy grande pero en realidad era el mar encajonado.

Entrada a Puyuhuapi, con vista al Seno Ventisquero.

Aproveché de parar en Puyuhuapi a descansar y comer algo, para después seguir el “corto” camino hasta el Ventisquero Colgante, camino que resultó no ser tan corto, y también se hizo eterno, por el cansancio más que nada.

Al llegar al Parque descubrí que todos los sitios para acampar estaban llenos, por lo que tuve que acampar con otro grupo de ciclistas en la entrada, en medio del bosque y al frente de un Bus-Restaurant.

En la noche pude compartir con los otros ciclistas, y tuve el agrado de conocer a Italo, quien había recorrido anteriormente la carretera completa hasta Villa O’higgins, y que ahora venia de vuelta. Llevaba más de 2 meses entre viajar y trabajar, y hasta nos contó que un día apareció tirado en el camino con partes de su bicicleta rota, pero que no recordaba lo que le había pasado.

Camino al Ventisquero Colgante.

Al otro día pude ir al Ventisquero Colgante, punto OBLIGADO para todos los que pasen por la zona, ya que es algo increíble, además de que el camino para llegar al mirador también es muy agradable.

Así era el Sendero que llegaba al mirador del Ventisquero Colgante.

Y así se veía el famoso Ventisquero desde el mirador. La caída es de alrededor de 40 metros y cae a un lago de agua turquesa.

En el camino también conocí a la Berna y sus amigas, quienes después vería en medio del carrete Coyhaiquino.

Día 8: Ventisquero Colgante a algún lugar cercano a la Piedra del Gato (alrededor de 45 kilometros).

Para todos los que viajen para allá en bicicleta, TODOS les van a meter mucho miedo con la Cuesta Queulat, diciendo que hay que hacerla temprano, sin lluvia con mucha energía, etc etc y un laaaargo etc. Y como yo creía en todo eso que me decían, estaba esperando a que dejara de llover e intentarlo al otro día, siguiendo todas esas recomendaciones.

Bueno, resulta que después de volver del trekking del Ventisquero Colgante, me encontré con unos amigos de Rancagua, que iban a subir la cuesta Queulat en ese momento, por lo que decidí mandar todo lo que me habian dicho a la chucha, y acompañarlos. Eran probablemente las 14:00 o por ahí.

En esa famosa subida es que decidí que mi viaje terminaría en Coyhaique, porque:

1.- No sabía nada de mecánica como para sguir solo hasta Villa O’higgins

2.- Descubrí que por muy lindo que fueran los lugares que estaba recorriendo, no valía la pena si estaba solo, así que preferia volver con mis seres queridos =D.

Y mi cabeza estuvo tan ocupada tomando esas decisiones que cuando volví a pensar que estaba subiendola, pregunté, y me dijeron que la subida principar ya se había acabado…YAJUUUU!!!.

En la bajada tuve problemas de nuevo con el neumático trasero, así que cambié la cámara, sólo para descubrir que la cámara que había traído de Rancagua estaba pinchada, y tuve que cambiar de nuevo al llegar al cruce con Puerto Cisnes.

Ahi seguimos un poco más y dormimos en la casa de alguien X, que desinteresadamente nos dejó usar su terreno, por lo que las personas que me acompañaban les regalaron unas cervezas “por la buena onda”. Al salir al otro día resulta que nos cobraron $3.000 por persona ¬¬.

Día 9: Lugar X hasta pasado Villa Amengual, y después a Coyhaique a dedo.

Después de partir con el disgusto de que nos cobraran “a la mala” en el lugar que nos habíamos quedado, empezamos a pedalear, y al cabo de un rato me aburrí y decidí que no queria seguir pedaleando, por lo que paré a hacer dedo.

Tiempo después pasó una camioneta que me llevó hasta Villa Mañihuales, y me dijeron “vamos a comer, y si estás cuando salgamos, te llevamos hasta Coyhaique”.

Mientras ellos fueron a comer, yo aproveché de pasar a ver al “cazador de ciclistas”, un señor muy buena onda, que alojaba gratis a todos los ciclistas que pasaran por ahí, y que se ha hecho mundialmente famoso entre los “cicloturistas” por lo mismo.

En Coyhaique me junté con Julian y fuimos a pedalear a la Reserva Nacional Coyhaique, que tenía muy lindas vistas a la ciudad, y varios senderos para recorrer en bicicleta.

RN Coyhaique

Camion abandonado en la RN Coyhaique.

Vista de Coyhaique desde lo alto.

En Coyhaique me quedé en el Hostal Bosque Encantado, que queda entre el Full Fresh y el Unimarc, y les recomiendo que NO SE QUEDEN AHÍ. La dueña del lugar me echó porque dijo que tenía que salir y no podía dejar la casa sola. Quizás debió haber pensado que si no le gusta tener a gente desconocida en su casa no debería haber puesto un hostal.

El último día me quedé donde mi ahora gran amigo Yerko Estay, y compré un pasaje urgente para Rancagua, con la idea de llegar de sorpresa para el 14 de febrero y sorprender a mi polola en su casa jajaja. La sorpresa fué todo un éxito, y fuimos felices para siempre.

Conclusión: La Carretera Austral es en mi opinión el camino más lindo de Chile (de lo que conozco, obvio), la parte norte, que es la de este viaje, como la parte sur, que después pude recorrer mochileando, y durante otro viaje en el invierno que recién terminó.
En bicicleta es especialmente lindo, ya que uno se gana todas las subidas, y siente que tiene más derecho a estar ahí que los que andan en auto, por lo que la recompensa se siente aún mayor.

Recomendaciones, para los que quieran hacerla:

– Como dije más adelante, esos trajes impermeables y los cubre-zapatillas NO SIRVEN. Es mejor usar una capa de lluvia, o un cortaviento y pedalear con shorts solamente, total, se van a mojar igual.

– En el sur llueve mucho, así que acostúmbrense a la lluvia, y no dejen de pedalear por su culpa.

– Llevar cámaras con Slime, ya que creo que funciona mejor que los “Tubeless” caseros que usé en el viaje, y si se pincha, igual se pueden parchar.

– Tratar de viajar cuando haya fiestas costumbristas. En este viaje no pasamos por ninguna, pero cuando mochileamos por allá, nos tocaron algunas y en realidad son muy entretenidas, y hasta pueden ganar plata jugando a “La Taba”.

– Ir con V-brakes. Con la lluvia y la tierra, los frenos de disco no funcionan muy bien y las pastillas duran muy poco.

A continuación una lista del equipo que llevé (los dos andabamos con casi el mismo equipo, a excepción de las bicis):

– Alforjas Ortlieb Classic Roller

– Bicicleta Cannondale Trail SL 4 con neumáticos 2.1, Maxxis Crossmark y Schwalbe Rapid Rob.

– Parrilla Axiom Journey, para freno de disco.

– Saco Doite Traversa y Carpa Himalayas 2.

– Pedales SPD Shimano 520. Ojo con que tu compañero pare delante tuyo sin avisar (Gracias por la caída Julian).

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felipebustoswett@gmail.com

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